LA BALLENA Y EL GUSANO

Este cuento ha sido escrito por voluntariado de magisterio de la UAL, que ha colaborado con nosotros durante este curso.

Un día apareció una noticia sobre un niño que descubrió el fósil de una ballena en la playa y....

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La Ballena y el Gusano
Un día de verano, Felipe buceaba en la playa del pueblo de sus abuelos, era una tarde calurosa, el mar estaba como una balsa de aceite y cristalino. Nadaba tranquilo, sereno, entre el precioso paisaje marino y los residuos contaminantes en los que se veían atrapados algunos peces coloridos a punto de perecer; sintiendo la claridad que entraba en el agua de ese sol abrasante. De repente algo le atrapa el pie; se vuelve y ve que la culpable de ese susto era una red vieja, rota y amohecida por el tiempo que llevaba en el fondo del mar.
Minutos después, mientras nadaba divisó algo a lo lejos entre el suelo y las rocas. Se acerca cuidadosamente y ve en la piedra una silueta de un animal que jamás había visto; mientras iba quitando residuos contaminantes para poder ver de qué se trataba. Aquello no tenía fin era una silueta que dibujaba la forma de un pez gigante. Tenía la forma de una ballena pero era un tanto rara, y por más que intentaba no lograba recordar ningún animal con esas características.
Salió a la superficie y fue directamente a la policía costera para informar de lo que había visto y en qué punto aproximadamente había encontrado ese enorme fósil.
A los pocos días salió la noticia en los medios de comunicación de que se trataba del fósil de una ballena que tenía millones de años, especie de la cual no se sabía nada. También dieron la noticia de que investigando la zona encontraron un fósil más; era el de un gusano. Estos dos fósiles misteriosos y sin identificar ya estaban a manos de los científicos haciendo estudios sobre ellos.
Felipe estaba emocionado y sorprendido con todo lo ocurrido y más aún habiendo sido el partícipe de lo que encontró, ya que a este niño le encantaba el mar y todo lo relacionado con la naturaleza marina. Pero no solo estaba emocionado por los hechos ocurridos, sino que estaba triste por lo que se encontró en el mar; las redes de arrastre habían acabado con gran parte del paisaje marino de la zona, el vertido de basura al mar estaba ocasionando la muerte a muchos peces de distintas especies, y en la zona donde se estancaba un poco el agua, debido a los espigones, se podía apreciar un apestoso olor a gasolina que derramaban los barcos.
Felipe llevaba unas semanas pensativo y confuso, no sabía qué hacer con todo esto que había visto allí. Sabía que la mayoría de las personas del pueblo desconocían lo que había dentro del mar y a otras tantas no les importaba lo más mínimo, pero dentro de él había algo que le decía que tenía que denunciar esta desagradable situación.
Por fin se decidió, fue directamente a hablar con los ecologistas para informar a los ciudadanos del pueblo y que se movilizaran para conseguir algún remedio. Aquello no era una cuestión tonta, pues allí muchas familias vivían de la pesca, esa pesca es comida por todos nosotros, y podía ser perjudicial para nuestro organismo por estar el mar contaminado; todo esto a Felipe le preocupaba y quería remediarlo como fuera.
Poco tiempo después le llegó un diploma por el fósil hallado y por la labor que estaba haciendo con los ecologistas para que la gente tomara conciencia de lo que estaba ocurriendo. Habían conseguido poner papeleras en puntos estratégicos de la playa, que la guardia costera tuviera en cuenta la vigilancia de los vertidos en el mar, además un grupo de ecologistas y buzos, incluido Felipe, se encargaban de limpiar las zonas donde había más basura dentro del mar.
Pero todo esto les llevará mucho tiempo y quizá nunca conseguirán que toda la gente del pueblo le dé importancia a lo que está sucediendo.
Lo que le hace a Felipe ser una gran persona, es haber puesto su granito de arena para que este problema comenzara a tener solución ya que es perjudicial para todos.